Esa tarde caminé hasta donde cantaron las Ranas, aunque de caminar no tenía ganas, llegué hasta donde cantaban esas místicas damas.
De las razones no estaba consciente, en la superficie de mi mente no estaban presentes, pero ese día me sentía, como un árbol sin ramas.
“¡Vamos cipote vamos! Caminá aunque sea un poquito!” Me decía una linda vos a través de un pajarito.“
“Caminá hasta donde canten las ranas, puede ser que en el camino te crezcan las ramas”, me decía un arbusto cuando a su lado pasaba, mientras un venadito en su espesa sombra bien a gusto descansaba.
La verdad es que Yo atónito estaba, de lo que aquella tarde en esa vereda escuhcaba.
Quizás hay cosas que me quieren contar, o cantos me quieren cantar, con mi mente de niño comense a imaginar.
Así fue, caminé hasta donde cantaron las ranas., Cantaban , cantaban pero con ganas.
Cantaban como cipotes chillando por sus Nanas, vivían la vida con muchas ganas.
Unas gigantes otras enanas, algunas hippys otras gitanas, pero todas al canto le echaban ganas.
“La vida es más que hacer solamente cosas mundanas”, cantaban las místicas ranas, “el gozo está en el balance, no solo en el avance ” era el canto de las bellas damas.
Les llaman sapos, les llaman ranas, buscan el agua buscan el lama.
No el Tibetano con quien meditaba la Tia Juana, lama de lago pa hacer su cama.
Les encanta cantar de noche, pero también cantan por las mañanas.
Aman de noche, pero también lo hacen por las mañanas, hacen huevitos con muchas ganas, renacuajitos por las mañanas.
Caminé hasta donde cantaron las ranas, no eran malas brujitas ni eran satánas, ni drogadictas ni MariaJuanas, como las creen algunas mentes humanas.
Cantaban cantos de cosas sanas, no cantaban cantos de cosas vanas, algunas eran santas y otras mundanas, pero no habían ranas patanas
Ranitas santas, ranas paganas, unas budistas otras cristianas, Salvadoreñas y Mexicanas, Puertoriqueñas también Peruanas.
No cantaban de países ni de de fronteras, ni de política ni de banderas, tampoco de imposibilidades ni de barreras.
Cantaban cosas normales y espirituales, paranormales también astrales, en los charquitos y en los canales.
De materias locales, y de animales y de pupusas también tamales, ranas muy firmes y bien cabales.
De realidades paralelas, y matorrales, de enseñanzas ancestrales y materiales, de las abuelas, pero no de escuelas.
De asuntos pasivos, también loqueras, de bellas lluvias y primaveras, viven tranquilas y no en carreras.
Mientras caminaba, y con cada paso que daba, en aquella vereda la tristeza quedaba.
Dentro de mi Ser una ranita cantaba, y algo inesperado comenzó a suceder.
Mientras la simple belleza de la Naturaleza contemplaba, y el canto de ranas en mi oído sonaba, en oración y meditación, el andar se transformaba.
Metamorfosis en mi Ser comenzaba, transformación a mi puerta tocaba, mientras allá a lo lejos un sapito cantaba, que de renacuajo a príncipe se transformaba.
El Santo Espíritu santo, en mi entorno se desplazaba, y mi taza vacía de Trinidad se llenaba y la Naturaleza mi templo renovaba.
“Nunca estás solo” una ranita cantaba, mientras una suave brisa con amor me abrazaba.
No estaba muy consciente de lo que me pasaba, y el tiempo y no tiempo nada significaba, pero mi subconsciente todo lo procesaba.
Cosas pasadas atrás se quedaban, mientras felizmente unas ranitas con brinquitos bailaban y los renacuajitos sus colas dejaban.
De metamorfosis era su lindo canto, y de transformación su gritazón y canción.
Caminé hasta donde cantaron las ranas, cantaban, cantaban con muchas ganas.